sábado, 1 de diciembre de 2012

Bruna y su concepción de el amor.

Sus ojos recorrieron rápidamente la inmensa vidriera de la librería, pero se detuvieron automáticamente en un título: "El amor nos destrozará". Quizás si hubiese prestado la suficiente atención a lo que estaba delante de mi vista, o al recorrido de sus ojos, también lo hubiese notado.
—Qué buen título—dijo y enseguida levantó la vista para clavarla en mi cara llena de confusión—. Ese—aclaró señalando—"El amor nos destrozará".
Me encanta entrar en las librerías; las paredes llenas de bibliotecas, el olor a papel, el aspecto tan peculiar que tiene la gente que suele visitar esos lugares con frecuencia. Y uno los reconoce por los lentes caídos, el cabello blanco, las historias ajenas vividas en carne propia que sin querer dejan marcas en sus rostros—llenos de vida y de sueños—porque al final leer un libro es permitirse soñar un sueño que no nos pertenece pero nos gusta.
Entramos sólo con el objetivo de encontrar el libro de la vidriera y asegurarnos de que fuese tan prometedor como su título. Lo era. No pudimos abrirlo pero me leyó en voz bajita la contratapa y aunque ya no recuerdo exactamente qué decía, resuenan en mi mente palabras como: Francia, violín, historia de amor, local de antigüedades... Terminó diciendo que quería comprarlo, quizás tan entusiasmada como yo a esa altura.
Entonces recordé que tiempo atrás me había pedido que le escribiese algo; algo que fuera triste pero supiese ganarse su ternura; algo que hablara del amor, ese destructivo, y aun así le diera ganas de enamorarse. Todavía tenía inconvenientes con escribir para otros, con imaginarme un destinatario particular para mis palabras, mas le dije que lo haría.
Ese era el título, la frase que yo necesitaba. Reflejaba perfectamente esa concepción pesimista pero dulce que tengo del amor y que ella buscaba que le escribiera. Ella espera que le digan que va a sufrir, que le adelanten el dolor con la esperanza de que así la lastimen menos. Quiere sentir que a pesar de que el amor—como todo—va a acabarse en algún momento, vale la pena querer mucho a alguien. Quiere convencerse de que mostrarle lo peor y lo mejor de sí a alguien que ama es un riesgo que aceptamos correr porque el amor es mucho más intenso que el dolor posterior, que el destrozo, el quiebre o la crisis.
No sé cómo decírselo, cómo escribirlo tampoco. Cómo explicarle que el miedo a amar es probablemente el peor de los miedos y que pararnos en la cuerda floja que es querer mucho a alguien es un desafío tan lindo como despertar un día y darnos cuenta que somos felices amando y que, con la facultad de hacernos daño, también le entregamos a otra persona una mucho más linda: la de hacernos bien. 

Para Bruno, mi mejor amiga.
Sé que no es lo mejor, pero es lo que pude.

martes, 27 de noviembre de 2012

crecer

Tenía los pies húmedos, porque esta vez no había caminado con las manos. Decidió sentarse tras 17 años de lluvias y alguno que otro sol . Pensó que quizá convertirse en mar era lo más conveniente, o tal vez volverse árbol sería más práctico.
"No , porque los árboles mueren" dijo . Se llenó la piel de esas cosas que dan vida , se vistió de naturaleza. Fue a buscarse entre las páginas de un libro , entre las notas de una melodía eterna. Se surmergió en un torbellino de dudas , olvidó su cuerpo de mujer y sus pestañas maquilladas.Se mimetizó. Escaló una montaña de rosas y, la inmesidad le enseñó la grandeza.
Empapada en espinas y un aroma delicioso , se arrojó a un lago puro. Apoyó los húmedos pies y despacio tocó la tierra mojada , acercó su cara de niña mujer y se vió reflejada en el agua , como si fuese el espejo en el cual hacía muecas cuando era chica. Esta vez no tenía su tirante cola de caballo en sus cabellos renegridos , sus ojos se habían tornado oscuros en su totalidad y sus manos tenían plumas . Quiso caminar pero no pudo. Dió alaridos de dolor , y entre llanto y miedo , con la conciencia de un recien nacido , largó su vuelo forzoso y sufrido como las espinas que se adentraban en su piel.
No quería ser , pero dejó que el viento la soplara , se haga parte de sus plumas y se fue. Con las patas mojadas y un insoportable gusto a fruta madura en su boca voló alto , y fue sol y mar , fue duda y certeza , fue luna y fuego y supo ser , al fin , niña y mujer.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Escritos de Ambar I.

Parada al abismo del sol, con los pies quemados después de correr por las estaciones de la lluvia, golpeaban en su ventana gotas de placeres pidiendo a gritos volver a deslizarse por su cuerpo mientras se oían los llantos del cielo y la guerra que provocaban al estrecharse contra su techo.


Ella estaba segura, y decidió guardar sus letras, su cuerpo fotografiado en blanco y negro con las montañas de sus curvas junto con su pelo cobre rojizo. Pero todo color, claro, y todo el color y todo lo que puede tener una foto, se pierde en el mundo, un mundo abstracto, inexacto, pero ideal. Como todo recuerdo que pierde color y se destiñe con el tiempo, viviendo, pero sin vida. Como una lengua seca, como el pelo gris de un anciano, como las uñas largas de un muerto.



Ella, ella tenia las manos frías, y ya no importaba nada. Sacó las rosas del florero mientras las apoyaba una por una en su cama haciendo un colchón de flores. Tomó de su mesita de luz una pastilla. Cerró el cajón y se la tragó al mismo tiempo. Se desvistió lentamente y apenas se sacó su ultima prenda interior, cayó desprendida en medio de la cama, honesta, y más honesta que nunca, a vista gorda claro.



Y sin embargo, sus manos sostenían los dolores que le cortaban como vidrios los dedos, pero su sangre seguía fría, tan fría que le hervía las venas.Y a pesar de eso, a pesar de todo eso y su mirada triste, a pesar de su piel, la lengua, el pelo y las uñas a pesar de todo eso, más.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Preámbulo y La Risa.


[Me gustaría dejar un par de cosas claras antes de colocar un textito dedicado con amor. En primer lugar, decir que mi vida esta pasando por el camino más extrañamente hostil que había transitado jamás. Por lo que, y lo que me conlleva a la segunda aclaración, puede que no este en mis mejores ánimos. Más que lo común, a eso me refiero. Porque saben los que me conocen, que puedo llegar a ser un gran cabrón gran cuando de la vida se habla. Pero, y a esto voy, no odio a nada y me cuesta hacerle entender a la gente lo que me ocurre. Realmente, decir que estos tiempos son extraños es muy, muy poco. Pero no me gustaría abrumarlos con mis problemas (que tampoco lo son) sino que quiero que, de cierto modo, no tiren más juguito de limón en mis ojos. Oiga, ¡todos quieren ser felices! Así que, moverte un toque y deja que me acomode. Y no me cagues a palos en lo posible. Soy un hombre, no una roca.

Y otra cosa, ‘Contra el Mundo’ es la mayor expresión de anarquismo mental a la que pueda yo (y mis compañeros) llegar a experimentar de manera escrita. No es más que eso. No te odio ni mucho menos, pelotudo/a.]

Ahora si, sin más preámbulos, esto:

En cierto punto pensé yo que la lágrima era, posiblemente, el único reflejo o, si se quiere, impulso físico para hacer catarsis. Aunque bien en vez de ir al teatro podía ahorrarme la plata, prender la tele o salir a la calle, y ver como esta la cosa en el país/planeta (¿suficientemente triste?). Pero, no mucho después me di cuenta que la risa es por demás, una gran expresión de felicidad instantánea que no requiere esfuerzo alguno y es gratuita. Podría decirse, entonces, es la contraparte positiva del llanto. Pero a mi parecer la calidez que brinda una sonrisa es mucho menos trabajosa que la mueca desdibujada que produce llorar. No le resta profundidad, pero es algo que (a simple vista) no causa tanto impacto a las personas. Parece ser una metáfora, de que lo bueno es fugaz y temprano, mientras que la tristeza se mantiene congelada por un letargo eterno. Es así como muchas veces, se conmemora más una muerte que un nacimiento, se recuerda más un dolor y hasta es celebrado más un ingreso económico que una amistad nueva. Para mí, la risa es una forma de decir las cosas, una instantánea de alegría, hasta una obra de arte en ciertos casos. No todos reímos por igual, así como no todos sufrimos de maneras gemelas. Incluso (como en mi caso) una lagrima es casi tan difícil como un examen de matemáticas, por eso me libero en forma de escalofríos. Es algo bastante raro, en realidad. Otra gente se libra con odio. Esa es también es buena (aunque suele traer bastantes problemas).

En fin, todo es mejor si se hace con una sonrisa. Es el idioma universal de la felicidad y hace que todos, todos todos, nos veamos mas bonitos. ¿O no?


Para Mari Tortora.


lunes, 12 de noviembre de 2012

Detalles

Me encanta el café; levantarme temprano y sin sueño, cuando el sol todavía es tímido y dora suavemente todo eso que se atreve a interponerse en su paso; las fotos de rollo y el ruido que hacen las cámaras viejas cada vez que alguien dispara el obturador, amo esos momentos inmortalizados en papel para siempre; la gente que sonríe, los que son dulces porque sí; el esmalte bordó en las uñas ajenas y bien pintadas; el perfume que usaba mi abuela; el olor a jazmines y a sahumerio; esos momentos contados con los dedos de una mano en los que mi papá me abraza de verdad; el tatuaje en el que mi mamá hizo perpetuo el amor que me tiene; el amor que mi tío una vez le tuvo al cine; la sinceridad de los nenes chiquitos, sus ojos brillosos. Me gusta lo extraños que son los seres que aman el arte, el desafío que significa entenderlos; la ceremonia de hacer un té en hebras; la voz de mi abuelo materno; el acto tan cliché de regalar una flor; los dedos manchados después de leer el diario; el sentimiento desolador después de terminar un buen libro; el llanto de quien llora de alegría; ese sentimiento inexplicable que genera escuchar una buena canción; las sonrisas en monocromo, sobre todo si es gris. Amo la gente que siente pasión por lo que hace; los viejitos caminando de la mano, el pelo blanco; el calor de una taza humeando un día de frío; que me bese la frente y me dé la mano, que me acaricie mientras me mira fijo; los libros usados y con historia, las hojas amarillentas y ese olor que dice "yo viví"; el amor que García Lorca le tenía a Dalí; el sonido del mar y del viento en la cima de una montaña; las tardes de otoño; los vestidos de antes; escribir con pluma y las manchas de tinta en las manos; la gente que pinta; las amistades que son mucho más fuertes que la sangre; el refugio que significa un abrazo y otro montón de detalles que me llevaría toda la vida enumerar.

lunes, 5 de noviembre de 2012

La isla


Estábamos volando. O quizás, estaba volando sería una mejor forma de decirlo. Sólo yo, no el otro.

Desde arriba, muy arriba, llegaba ya a ver la isla, esperándome. Una vez más me sentía cautivado por su resplandor verdoso, finamente contorneado por el intenso amarillo de la costa; un lucero, mi refugio, en aquel mar negro.
Las aguas contaminadas intentaban tomar la orilla en altas y potentes olas, amenazando con tragarse ese solitario pedazo de tierra. Pero siempre, con invisible forcejeo, lograba ella quitarse de encima sus oscuros dientes.
Iniciaba yo entonces el descenso, lento y gradual, casi vertical. Poco a poco, su luz y su música me invadían. Podía escuchar la vida, la naturaleza, un canto no de pájaros sino de todos los seres al unísono, en registros que nunca podría asociar a nada que alguna vez hubiera oído. Su colorido fulgor era cada vez más vivo, a tal punto que no podía distinguir forma alguna, sólo fosforescencias de distintas tonalidad, como una pintura abstracta. Ya no era simplemente verde y amarillo, era multicolor, eran todos los colores a la vez. No lograba ver efectivamente qué había allí, pero sabía que era hermoso, lo más bello que pudiera concebir.
Utopía.

Pero entonces, cuando mis ojos recién comenzaban a acostumbrarse a la claridad, veía a mi izquierda una gigantesca pared negra, acercándose a gran velocidad. De un momento a otro, el canto se convertía en un chillido nostálgico que parecía una súplica, un grito de ayuda. Unos segundos después, la enorme ola se cernía sobre mí, y todo se volvía negro. El mar nos engullía de una vez y para siempre.
Me hallaba entonces perdido, abría los ojos pero no había más que tinieblas. No sentía nada, me dejaba llevar. En algún momento, algo me agarraba y me tiraba hacia arriba. Me veía a mí mismo saliendo del agua y hacía fuerza para levantar ese cuerpo que tenía mi cara. Lograba con mucho esfuerzo subirlo al precario bote sin remos ni vela.

Todo volvía a la normalidad. Yo era el otro y el otro era yo, hasta el momento en que, una vez más, intentara llegar a al isla.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Si me voy, me voy con vos

Encontrarnos
reconocer nuestro ser
darte la mano
e irnos volando 
bajo cualquier cielo,
hacerte conocer, 
todos esos lugares que nunca viste
y quizas mañana quieras volver.
El sol acompaña la figura de tu cuerpo,
jugamos a las escondidas, 
pero siempre vamos a encontrarnos,
otra vez, porque no podemos despegar 
los labios una vez que se conocieron.
Sentir tu corazón, 
acariciar tu piel
mirarte fijo a los ojos
verte, no verte, y volverte a mirar
y ya no estás tan lejos como estabas,
no quiero soltarte,
no me sueltes 
no almenos hasta que tenga que correr
o podemos escapar
juntos
otra vez, 
pero hoy para siempre.

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