Hoy me levante con el pie, demás, socialista. De zurda,
si se quiere. Tome unas galletas de avena y manzana, y llene el vaso con café y
leche. Luego me bañe, no había mucho tiempo de pensar las cosas con claridad. Música
al taco. Griteríos y un tanto de espuma en el espejo terminaban ese pandemonio
por disminuir los decibeles. Me cambie, ordene la mochila y marche hacia el
baño nuevamente. Dientes, encias y lengua. Mentol. Luego, a la calle.
En la parada me percate de que me temblaban las rodillas
y las manos. Se lo atribuí a la evaluación de matemáticas que tendría horas
adelante. Trigonometría, bella y absoluta. Yo realmente no me puedo quejar. El
tema es de por si, bastante fácil y una vez agarrada la mano, la realización es
automática. Sin embargo, tanto la matemática, como la física y la química,
nunca fueron mis fuertes. Ni lo serán. La mera idea de poner números en el
papel me estremece. Porque es la perfección a lo que nunca pude llegar, por lo
menos, no por mi mismo. Pero tampoco es algo que me interese.
Entonces, entre tanto estudio y trabajo con amigos, nos
preguntamos, ¿Para que? ¿Con que propósito me dispongo a realizar estas cosas?
Porque realmente, no es algo que el verdulero se ponga a hacer. O que sirva
para una carrera de matices, un tanto artísticos. Lo dudamos, mucho tiempo. Y
no encontramos una respuesta. No una exacta (como la matemática). Pero es que
ella esta presente en todo. Esta en cada una de las cosas que nosotros hacemos,
para los que se pueden aplicar cálculos, sumamente complejos. Pero como en el
agnosticismo, uno sabe que hay una verdad, pero al no poder llegar a ella,
decide dejarla tranquila. Nos seria útil poder decirle eso al profesor:
''Disculpe, dejemos a la X tranquila, que ella se despeje sola''. Já. Seria idóneo.
Pero no, la misma académica nos colisiona contra esas estructuras perfectas que
solo algunos se disponen a construir.
Y yo, como tantos otros, no soy ningún arquitecto de números.
Y yo, como tantos otros, no soy ningún arquitecto de números.
De todos modos, creo que me fue bien en la prueba. Y si
no, siempre puedo verlo a diciembre con una cara bonita. En fin, buen comienzo
de semana. Les dejo esta belleza, suerte con la aritmética:
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