lunes, 23 de julio de 2012

Salamandra.

''Aquí estoy yo. Escribiendo frente a las llamas de el desconcierto. De la soledad. Me encuentro ya solo, a vísperas de la madrugada y lo único que me acompaña es esta tinta, los ronquidos del can y los troncos partidos, ya repletos de ceniza y fuego. Es increíble lo que el calor le puede hacer a esta casa. Así como los kilómetros lejos de la civilización pueden hacerla a la cabeza de este chico. Supuse yo que en el campo, la tierra y los insectos y las estrellas combustionarían mi imaginación, para hacerla explotar. Que la zona crepuscular me haría pensar lo absolutamente insignificante que somos. Pero no fue así. No fue TAN así. Y es tanto mi desconcierto ante esta situación, o es tanto este vacío que... No puedo escribir. Me refiero a que la distancia no alimento mis textos, si no que los debilito los libró de todo aquello que me tenia encadenado. Y este es el 3er día. Fueron tan solo 3 días. Sin embargo, siento algo muy raro en mi pecho. Probablemente sea que el aire esta demasiado limpio, o que no hay mayoría de bípedos a mis alrededores, o a lo mejor es el hecho de que pueda ver las estrellas con tanta claridad. Supongo que extraño la basura cotidiana. La basura de la ciudad. Nunca pensé decir eso.

Entonces, son las 12:55 y ya nada tengo que hacer. Té de jazmín, lectura china y sueño. Aunque debo admitir que hay un sonido delicadamente perturbante a mi lado. Pretendo encontrar la razón de tal inquietud sonora y luego conciliar el sueño. Probablemente sea un monstruo, ustedes saben. De esos que no pueden dormir (como yo). Ojalá sea sociable, ojalá. Me despido...''

Allí terminan los textos del tercer día. Flojos, lo se.

Pero así es mi vida de campo. ¿Vida de campo? Más bien, fin de semana de campo.

Suerte: 311 - Amber...

1 comentario:

  1. Me encantó tu relato ! A veces también siento esa sensación del monstruo . Los happy thoughts me ayudan a alejarlo ... :)

    ResponderEliminar

Seguidores