Es probable que mezcle varios conceptos pero voy a esforzarme por ser lo más clara posible (porque tengo varias cosas en la cabeza y todas surgieron de un mismo pensamiento).
Tenía que escribir un cuento para un concurso sobre el consumo (en general, de cualquier cosa). La fecha límite estaba fijada para el 20 de Agosto y era viernes 17 y yo no tenía nada escrito. Las anteriores oportunidades en las que participé escribí algo particularmente para la ocasión y no quería que ésta fuera una excepción. Hablé de esta especie de bloqueo que tenía con este tema en particular con la profesora de Literatura, que me conoce y sabe que me gusta escribir (era ella a quien tenía que entregarle el sobre con el cuento y sus respectivas copias). Decidió que iba a darme hasta hoy, viernes 24, como última oportunidad para ver si surgía algo, algo que nunca surgió.
El miércoles (22) me senté en el sillón blanco de mi terapeuta y lo primero que le dije, luego de que me preguntara si finalmente había escrito algo para el concurso, fue: "Estoy cansada, no me sale nada y me frustro. Intenté. Y últimamente estoy escribiendo un montón, pero no puedo. Si no me sale nada no voy a participar, no importa lo que diga Mary.". Ana (mi psicóloga), sonrió y después dijo: "Quizás, consciente o no, todavía te pasa algo con el escribir para otros". Pinchó, pincho en esa grieta de la psiquis donde atisba el inconsciente de todos. Y me quedé pensando el resto del día que no me salía nada porque no escribía para otros. Pero después me di cuenta: sí escribo para otros, todos escribimos para otros. No tendría sentido esto si no escribiera para otros. Uno busca comunicar, convencer, hacer catarsis o lo que sea que busca; pero qué sentido tendrían mis palabras—o las de alguien más— garabateadas en una hoja rayada y guardadas en un cajón: ninguno. Entonces, de pronto, otro interrogante: la crítica.
¿Por qué será que cuando hacemos algo—concreto, tangible— y alguien nos felicita por lo hecho, la mayoría de las veces creemos—o decimos—no merecerlo? En mi cabeza aparecieron, como posibles respuestas de un multiple choice, las siguientes 3 opciones:
A. Decimos que es una mierda para que el otro nos siga diciendo que no.
B. Decimos que es una mierda porque realmente creemos que es una mierda.
C. Lo que hicimos nunca termina siendo como lo que estaba en nuestra cabeza antes de llevarlo a cabo.
Al fin y al cabo, hay una respuesta correcta: para bien o para mal, estamos muy cerca de lo que hacemos. Lo sentimos o lo odiamos, lo creemos o lo criticamos. Una canción, un dibujo, un cuento, una pintura, un baile, una foto... Voy a poner un ejemplo concreto para que se entienda lo que quiero decir: supongamos que nos encontramos delante de un mural gigante y hermoso. Si nos acercamos mucho, si lo miramos de cerca, no vamos a poder apreciar cada una de sus partes. Quizás sí la técnica, pero no el espíritu, el significado, el alma de semejante obra de arte.
Por eso creo que cada uno, a su manera, tiene que mostrarle al mundo lo que hace, lo que ama hacer; porque las cosas que se hacen con amor nunca pueden estar mal hechas. Contemos qué nos gusta y cómo nos sentimos, dejémosle un mensaje y un pedacito de nosotros a este mundo donde la individualidad es cada vez más grande. Al final, están ellos para decidir si vale o no la pena para ellos. Y al final, si recolectáramos todas y cada una de las opiniones, nunca vamos a encontrar la misma. De eso se trata la diversidad y el gusto, por eso nos enamoramos de alguien y no de todo el mundo. Porque al final, siempre hay una persona que está lo suficientemente lejos de nosotros para pasar por alto los defectos técnicos y valorarnos por lo que somos y podemos dar.
Espero no estar muy "cerca" y haber sido lo suficientemente clara.
¡Buen viernes y feliz fin de semana para todos!
PD: Si por casualidad se preguntan qué pasó con lo del cuento, terminé modificando uno que ya tenía escrito para que coincidiera con las bases del concurso.
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