lunes, 6 de agosto de 2012

Si no me vas a dar azucar, aunque sea dame...



...Sal. Porque así, como en las artes, para el artista no hay nada peor que la indiferencia ante su trabajo. Y aunque ni ella ni yo somos artistas natos (aun) se representan dolores de la misma calaña. Su sonrisa, además de ser una suerte de bendición (que uno realiza con los ojos) es toda un arte. Esas perlas que viste junto a esos labios de canela, son algo que desafían las leyes de la naturaleza. Entonces, todo este texto y todo aquello gira en torno a esos segundos de visión, un tanto galáctica, un tanto perjudicial, pero 100% asombrosa. Y también es así, como me desvié de tema, como me suele ocurrir con frecuencia.

Es curioso entonces como, el hombre, muy a pesar de que sepa que algo le hará daño, buscara un corte, una quemadura o un flechazo antes que la nada. Antes que sufrir esa absoluta nada. Como preferiría perder a empatar. Uno prefiere el 1 o porque no el 2/5 y el -98 o el -3,14 antes que el cero. Un cero tan blasfemo, tan venenoso que afecta hasta al verdulero que hace sus cuentas. Nos cubre con la nada, con vacío doloroso. ¿Quien no, sin más, prefiere un trueno antes que la llanura?

Eso, es en lo que yo me estoy oponiendo últimamente. Es contra lo que yo peleo. Soy, tan solo, un humilde servidor de la negatividad y de los positivistas heridos, siempre dispuesto a darle pelea a todo lo que sea neutro y antinatural. Es preferible para mí recoger los restos polvorosos de nuestros corazones que soportar la amarga y confortable sensación de no dar pelea alguna. ¿O no?

Y que mal que me siento, y no se porque. O tal vez si sepa la razón. Pero me esta derritiendo como cloruro de sodio a un hielo. Me pregunto entonces: porque no me mata ya, si de todos modos estoy muerto. Y esta sensación que tengo, es lo que, al fin y al cabo, me hace estar mas vivo que nunca.

Sentir es vivir. Sea bueno, o sea malo.


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