Me encontré yo con ciertos amigos en un bar cercano a mi
casa. Estaba bien decorado, tocaba una linda banda y las chicas eran
estrictamente hermosas. Ese día, sin embargo, no había sido completamente
bueno. No le hacia yo mucho caso a la mala suerte, y reía en cuanto encontraba
un rincón. Junto a mi se encontraba un tipo muy particular, pero al final del día,
me di cuenta lo agradable y suelto de lengua (y licores) que era. Mientras mis
amigos se encontraban en plena decadencia me escabullí para hablar con el hombrecillo.
Aunque debo haber omitido muchos detalles hilarantes, esto es lo que me
acuerdo. La charla fue, más o menos, así:
- Mi día fue fatal.
- Tengo anécdotas bastante cómicas del asunto.
- ¿Como así?
- Te voy a contar un poquito. Hace ya un tiempo conocí a
una chica mientras sacaba el perro. Tenía pelos de sol y ojos de luna. Pique
hasta ella para pedirle el nombre, el cual no conseguí. Ese día.
- Entonces no la conociste.
- Si, a mi manera. Luego de unos días, di con la información
que necesitaba. Nombre y apellido.
- Sos un tipo bastante raro.
- Me lo dicen seguido. El caso es que continúe con mi búsqueda,
con frutos de mas jugosos. Tenía tanto que pensar y tan poco tiempo. Me dispuse
a hablarle, aunque no conseguía ocasión. Ni coraje. En cierto momento, que no
recuerdo, cruzamos palabrerías varias. Me conto cosas que nada importaban, como
yo a ella.
- ¡Que bien! Lo conseguiste.
- Para, vos tranquilo. Luego de varias veces de verla le
confesé un pequeño interés: ''A vos te quiero''. Sorprendida, descarte.
- ¿Vos sos pelotudo?
- Aguanta. Compartimos varias miradas más y después me
dejó por sus chicos de carne y hueso. Sin embargo, yo había tenido ese espejismo de perfección
que probablemente no fuera mas que eso. Nunca lo voy a saber, porque nunca más
vi a esa piba. Sin embargo, no hice casi nada para lograrla.
- Sos un tarado. Posta.
- En un momento, incluso, la quería tanto que pensé que
no podía respirar. Después me di cuenta que los carozos tienen aceitunas de por
medio.
- ¿...?
- Exacto.
- Bueno, supongo que después de toda esta charla,
recapacito sobre lo malo que fue este día. Hay peores entonces.
- Igual, no fue un día tan malo. Esa misma tarde, después
de la rendición, me encontré con unas cuantas morochas de ojos claros en los
bondis y en las veredas. Eso es bastante suerte en un mundo de gordos grasientos.
- Mmm, si supongo.
- Y también, pensaba que había escuchado el peor tema de
la historia, pero esa misma noche escuche uno incluso peor. Estaba feliz por
ese logro.
- Mira que bien. Bueno, esteee. Me voy. Suerte con... los días, supongo.
- Gracias por hablar. Vos también.
Corrí hacia la mesa en la que se encontraban mis amigos.
El encuentro había sido, sin duda, bizarro. Pero me saco un peso de encima.
Hasta me dije a mi mismo que había sido un buen día. Y, el tipo era bastante
agraciado.
Comento porque me gusta y para que no te quejes.
ResponderEliminarMe gusta, tiene como cierto tono risueño... No sé.
Todavía tengo la duda de quién es quién durante la conversación.
Alli esta la magia.
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